Y tú, ¿por qué escribes?

La indescifrable ciencia

de la poesía,

palabras huecas,

cantos de loco.

 

¿O no?

 

Tal vez,

los locos son los únicos cuerdos,

los únicos lo suficientemente rotos

para engrasar sus dispersas piezas

con versos irregulares.

 

Y así,

completarse

con gritos desesperados

tachados sobre un papel.

 

Yo no sé de poesía,

como tampoco sé de mí misma.

Por eso me busco,

perdiéndome,

en trazos anegados de «ayer, hoy y tal vez mañana».

 

Dulce coincidencia,

curiosa la vida.

 

Tal vez, los cabos de la navegación hundida

decidieron que sólo cuando toques fondo,

deben juntarse.

 

En realidad,

es difícil.

 

Dejar trocitos de ti,

en sílabas pasadas,

en palabras como dagas,

que dañarían si no

hubiera

pasado

tanto

tiempo.

 

«Déjalo ir,

suéltalo todo».

Te dicen.

 

¿Todo?

 

¿Dónde está ese todo?

 

Por ese,

«todo» es irrevocablemente

complicado,

enrevesado

y desordenado.

 

No lo etiquetes,

o

dejará de ser natural,

puro,

nuestro.

 

No intentes detener al huracán,

o te resquebrajarás…

 

No soy una poeta,

pero dejo alma a trocitos

como migas de pan,

para aquellos hambrientos de poesía

que no se conforman,

aquellos indudablemente intrepidos

y estúpidos,

lo suficiente para atracar en la bahía callada

que grita dentro de un pecho desconocido.

 

Bien(venidos),

al desordenado inicio.

Intentaré responder…

«Y tú, ¿por qué escribes?»

 

 

Por qué escribir.png

 

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